Antes de la pandemia covid, entre el 4 y 5% de la población activa en España trabajaba desde casa, en mayor o menor grado. En concreto, era un dato referido a personas que realizaban su tarea profesional al menos la mitad de los días laborales desde el hogar. A lo cual había que sumar un 3% que trabajaba desde casa de manera ocasional. La cifra en otros países, como Finlandia, Holanda o Luxemburgo, era mucho mayor: del 10 al 15%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Si hablamos de trabajadores por cuenta propia, la estadística se disparaba hasta más o menos el 45% en Austria, Finlandia, Países Bajos, y hasta el 15% en el caso de España. Y otro apunte: a más edad del trabajador, más trabajo desde casa.

¿Qué ha pasado tras esta epidemia?

Según el BBVA, durante 2020 el teletrabajo pasó del 5% al 37%. Como asegura en Statista, el teletrabajo afectó en un 60% a los profesionales con estudios universitarios, y un 20% a quienes tenían estudios básicos. La mitad de los trabajadores que estaban en casa «se sintieron desconectados de su empresa y compañeros». De acuerdo con EpData (Europa Press), en la actualidad «el 8,3% de los ocupados en España realizan teletrabajo». Hablamos de casi un millón de personas la mitad de los días de la semana, y cerca de 690.000 de forma ocasional. El colectivo donde más adunda, como decíamos antes, es el de mayores de 55 años.

Conforme hemos ido recuperando en 2021 nuestras oficinas y despachos, ha empezado a equilibrarse el dato de quienes teletrabajan gran parte de la semana frente a los ocasionales. En muchas empresas se ha optado por mayor flexibilidad, conciliación, productiva y modelos mixtos. El lento regreso a la normalidad también nos ha llevado a reconsiderar las desventajas del teletrabajo.

Nos lo advirtieron hace tiempo

En 2015 Vanesa Matesanz comentaba en Forbes que el teletrabajo puede generar dos dinámicas igual de negativas: trasladar al trabajo los problemas domésticos, y contaminar el hogar con los problemas profesionales. Ya entonces, un lustro antes de la pandemia, Matesanz aconsejaba, como remedio, separar muy bien agenda de trabajo y de vida personal:

«Establece días y tiempos para pasarlos en familia o con amigos».

Pocas semanas antes del confinamiento de 2020, Javier Santos profundizaba en la cuestión. Por una parte, hablaba de cómo en casa asumimos formas impropias del trabajo (el pijama y el sofá) que, además, nos prolongan hábitos de baja exigencia personal y de escasa capacidad social. A lo que se suma la tentación del sedentarismo. Por otra parte, trabajando desde casa se puede ir a modelos donde los horarios se prolongan innecesariamente, donde no se logra la adecuada concentración, donde se deterioran las relaciones familiares y se menoscaba la estima profesional. Algo muy parecido señalaba en 2017 el consultor José Ignacio Azkue.

Frente a estos peligros, en Freeland proponemos algo muy fácil de entender: recuperar el hogar, nuevo objetivo profesional y personal. Haz que tu casa vuelva a ser tu casa. Retoma horarios para cada cosa. Separa funciones. Acaba y empieza cada cosa en su momento. Disciplina. Deja el chándal; úsalo fuera de casa, para correr por el parque, para las excursiones. Mantén el contacto con tus colegas. Aquí te podemos ayudar. Tenemos un espacio acogedor como un hogar, pero que es tu oficina. Cuenta con nosotros.

Espacio Coworking Freeland

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