Start spreading the news
Una de las canciones más famosas de Frank Sinatra metía casi como un estribillo la frase «It’s up to you». Muchas veces puede traducirse al español como «¡Tú mismo!». Tal cual, puede sonar algo seca, como si quien dijera «¡Tú mismo!», en realidad estuviera diciendo: «¡Compóntelas tú solito, porque yo no te voy a ayudar!». Y no es ese el sentido que nos interesa, no es el tono como queremos canturrear a Sinatra, mientras nos repetimos que somos los primeros responsables de resolver nuestros problemas. Porque sí, seguimos teniendo problemas y, como diría Gregorio Luri, la vida consiste en aceptar y gestionar la imperfección. No olvidemos que el «It’s up to you» era un verso de New York, New York, la canción que habla de ciudades que no duermen y urbes donde no nos dejan un momento de reposo.
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Una de las canciones más famosas de Frank Sinatra metía casi como un estribillo la frase «It’s up to you». Muchas veces puede traducirse al español como «¡Tú mismo!». Tal cual, puede sonar algo seca, como si quien dijera «¡Tú mismo!», en realidad estuviera diciendo: «¡Compóntelas tú solito, porque yo no te voy a ayudar!». Y no es ese el sentido que nos interesa, no es el tono como queremos canturrear a Sinatra, mientras nos repetimos que somos los primeros responsables de resolver nuestros problemas. Porque sí, seguimos teniendo problemas y, como diría Gregorio Luri, la vida consiste en aceptar y gestionar la imperfección. No olvidemos que el «It’s up to you» era un verso de New York, New York, la canción que habla de ciudades que no duermen y urbes donde no nos dejan un momento de reposo.
No hay varitas mágicas
Vamos por pasos. Los problemas. Cada vez aparecen más noticias que aseguran que habrá un apagón energético, que va a producirse un colapso del tráfico marítimo… Incluso dicen que podría haber serias roturas de stock en industrias como la de los juguetes, ahora que se acerca la Navidad. Sean o no informaciones de tintes catastrofistas y exageradas, hay algo cierto: la luz hoy nos sale mucho más cara que hace un año y dos. Y algo más: mañana no vendrá un alcalde o un ministro a nuestra casa con una varita mágica para reducir nuestra factura a la mitad.
En los mismos medios de comunicación nos plantean sus soluciones: ponernos más mantas en la cama, ir con uno o dos jerséis dentro de casa… Sin embargo, si algo hemos aprendido o recordado estos años es que existen soluciones intermedias. Si no podemos pagarnos un tren, si el autobús nos resulta demasiado lento e incómodo, y si no podemos comprar o alquilar un coche, podemos usar BlaBlaCar. O podemos contar con los amigos. Por esta razón, han surgido los Vinted o Wallapop. Y también el coworking, como es el caso de Freeland.
No hay varitas mágicas
Vamos por pasos. Los problemas. Cada vez aparecen más noticias que aseguran que habrá un apagón energético, que va a producirse un colapso del tráfico marítimo… Incluso dicen que podría haber serias roturas de stock en industrias como la de los juguetes, ahora que se acerca la Navidad. Sean o no informaciones de tintes catastrofistas y exageradas, hay algo cierto: la luz hoy nos sale mucho más cara que hace un año y dos. Y algo más: mañana no vendrá un alcalde o un ministro a nuestra casa con una varita mágica para reducir nuestra factura a la mitad.
En los mismos medios de comunicación nos plantean sus soluciones: ponernos más mantas en la cama, ir con uno o dos jerséis dentro de casa… Sin embargo, si algo hemos aprendido o recordado estos años es que existen soluciones intermedias. Si no podemos pagarnos un tren, si el autobús nos resulta demasiado lento e incómodo, y si no podemos comprar o alquilar un coche, podemos usar BlaBlaCar. O podemos contar con los amigos. Por esta razón, han surgido los Vinted o Wallapop. Y también el coworking, como es el caso de Freeland.
Papeletas que no nos arreglará mamá
La ventaja que ofrece el coworking no es sólo un ahorro —en este caso, en la factura de la luz—, sino algo más importante: un espacio compartido. Compartido con otras personas y empresas que respetan nuestro entorno, que no lo llenan de su ruido ni de sus olores de macarrones recalentados en el microondas. Insistamos: vivimos en un mundo imperfecto y problemático. Hace poco, el profesor Iñaki Ortega (Universidad Internacional de La Rioja) anotaba lo siguiente:
«la mitad de los empleados tendrán que reciclarse antes de 2030, y eso les supondrá de media seis meses de estudio … el 80% de los comités de dirección de las compañías líderes ha de mejorar en capacidades, organización y funcionamiento».
Sí, el famoso reciclaje continuado. Una papeleta que no va a solventar por nosotros ni el alcalde, ni el ministro, ni nuestra mamá.
Pero en un coworking es mucho más fácil encontrar una solución, compartiendo mutuas experiencias y aprendizajes. Y a un coste muy reducido. No se trata sólo de poder charlar durante el café con otras personas; se trata de disponer de una oportunidad de verdadero aprendizaje profesional, networking y colaboración. Un ambiente de coworking permite funcionar de muchas maneras. Como decimos nosotros, desde básico o nómada hasta planes específicos para equipos.
Papeletas que no nos arreglará mamá
La ventaja que ofrece el coworking no es sólo un ahorro —en este caso, en la factura de la luz—, sino algo más importante: un espacio compartido. Compartido con otras personas y empresas que respetan nuestro entorno, que no lo llenan de su ruido ni de sus olores de macarrones recalentados en el microondas. Insistamos: vivimos en un mundo imperfecto y problemático. Hace poco, el profesor Iñaki Ortega (Universidad Internacional de La Rioja) anotaba lo siguiente:
«la mitad de los empleados tendrán que reciclarse antes de 2030, y eso les supondrá de media seis meses de estudio … el 80% de los comités de dirección de las compañías líderes ha de mejorar en capacidades, organización y funcionamiento».
Sí, el famoso reciclaje continuado. Una papeleta que no va a solventar por nosotros ni el alcalde, ni el ministro, ni nuestra mamá.
Pero en un coworking es mucho más fácil encontrar una solución, compartiendo mutuas experiencias y aprendizajes. Y a un coste muy reducido. No se trata sólo de poder charlar durante el café con otras personas; se trata de disponer de una oportunidad de verdadero aprendizaje profesional, networking y colaboración. Un ambiente de coworking permite funcionar de muchas maneras. Como decimos nosotros, desde básico o nómada hasta planes específicos para equipos.
Un mundo que será físico y virtual
Porque muchas veces necesitamos de una mano cercana. Y porque, aunque el teletrabajo nos puede dar flexibilidad y ayudar en la conciliación, el espacio físico es necesario y no va a desaparecer. Según comenta Laureano Turienzo en la revista Forbes, «en el futuro habrá más tiendas físicas que hoy». Puede parecer contraintuitivo, ahora que tanto compramos por Amazon o por Glovo, pero este analista asegura que, cuando menos, se va a mantener la ratio entre tiendas y población. Y añade algo más:
«es un mundo cada vez más colapsado, donde es literalmente imposible que en una ciudad de varios millones de personas estos reciban en sus hogares todas las cosas que compran diariamente, porque eso significaría un colapso sin precedente … Lo lógico es que vayamos cada vez más a modelos de ciudades donde el consumo transcurra cada vez más en el barrio».
Y eso es Freeland, un modelo de coworking que asume nuestra dimensión social y una tendencia cada vez más creciente hacia formatos de trabajo en que podamos tener nuestra oficina lo más cerca posible de casa, del colegio de nuestros hijos, del domicilio de nuestros padres…
Un mundo que será físico y virtual
Porque muchas veces necesitamos de una mano cercana. Y porque, aunque el teletrabajo nos puede dar flexibilidad y ayudar en la conciliación, el espacio físico es necesario y no va a desaparecer. Según comenta Laureano Turienzo en la revista Forbes, «en el futuro habrá más tiendas físicas que hoy». Puede parecer contraintuitivo, ahora que tanto compramos por Amazon o por Glovo, pero este analista asegura que, cuando menos, se va a mantener la ratio entre tiendas y población. Y añade algo más:
«es un mundo cada vez más colapsado, donde es literalmente imposible que en una ciudad de varios millones de personas estos reciban en sus hogares todas las cosas que compran diariamente, porque eso significaría un colapso sin precedente … Lo lógico es que vayamos cada vez más a modelos de ciudades donde el consumo transcurra cada vez más en el barrio».
Y eso es Freeland, un modelo de coworking que asume nuestra dimensión social y una tendencia cada vez más creciente hacia formatos de trabajo en que podamos tener nuestra oficina lo más cerca posible de casa, del colegio de nuestros hijos, del domicilio de nuestros padres…